lunes, 17 de septiembre de 2012

“Izquierda creativa”


Pablo Miranda
Es frecuente escuchar al Presidente Correa, al Secretario del Partido “Alianza País”, Galo Mora y a una buena parte de los voceros del gobierno de la “revolución ciudadana” reclamarse de “izquierda”, “revolucionarios”; pregonar que son defensores consecuentes de la soberanía nacional; proclamar que están impulsando el “cambio de época”; y, una serie de enunciados que pretenden que los trabajadores y los pueblos, así como la juventud se traguen una rueda de molino.
De todas formas, cuidan que las palabras no los comprometan con el cambio social, con la revolución y el socialismo, con la izquierda revolucionaria; por eso se apresuran a dar apellido a sus proclamas. 
Pertenecemos, dicen a la “izquierda creativa”, condenamos a la izquierda dogmática, a los izquierdistas infantiles. La nuestra, proclaman, es “una revolución pacífica”, es la “revolución del voto”, no pretende atropellar a nadie, “no queremos cambiar el sistema”, queremos “mejorar las condiciones de los pobres” (se olvidan decir, que buscan que los pobres sigan siendo pobres). estamos en contra de la revolución que propone los esquemas fracasados en el siglo XX. Estamos construyendo el “socialismo del siglo XXI”, “dejando atrás los dogmas, los errores y los horrores del socialismo del siglo XX”. “No somos estalinistas ni pretendemos resucitar a Lenin”.
Es evidente que una parte de los pueblos del Ecuador acepta estos argumentos, un sector los mira bien y siente gratitud hacia el gobierno porque vienen acompañados de beneficios directos: bonos, regalos, uniformes, carreteras, otro sector está siendo ganado ideológicamente por estas propuestas demagógicas, piensa que se está realizando el cambio que anhelaba, va formando parte de la base social del correísmo.
También es cierto que una  parte de los trabajadores, los pueblos y la juventud que apoyaron entusiastamente el ascenso de Correa se desencantó con los hechos y, un segmento apreciable va comprendiendo que fue traicionado, que una vez más, el imperialismo, la clase de los capitalistas y la derecha se aprovecharon de la lucha del pueblo y con palabras nuevas, con proclamas izquierdistas están ocasionando el mayor daño a la organización sindical, a las libertades públicas, a la democracia, implantando un estado policiaco, entregando el país a las trasnacionales del petróleo y la minería.
En  5 años en el gobierno Correa ha contribuido eficazmente a la afirmación del sistema capitalista, a la dependencia del país; en su mandato los grandes empresarios y banqueros han acumulado las más grandes ganancias, están contentos; no se ha tocado un céntimo de las inversiones de EE.UU. u otro país imperialista en el Ecuador, se ha propiciado el ingreso agresivo de los capitales y empréstitos chinos que imponen groseras condiciones que subordinan la soberanía nacional.
A pocos meses de concluir su período presidencial, Correa y su partido pretenden la relección y están utilizando ingentes recursos materiales que son patrimonio de todos los ecuatorianos, puesto que se trata de dineros públicos; orquestan toda clase de medidas que les “garanticen” el triunfo, tales como las “reformas al Código de la Democracia” mediante las cuales se imponen las reglas a su medida; constituyó un CNE con miembros de su partido que obedecen incondicionalmente sus órdenes; incubó el escándalo de las firmas falsas (no contaba con que Alianza País se evidenciara con más de 800.000 firmas falsas) con el protervo afán de eliminar a sus opositores.
Las elecciones están planteadas y el afán de la relección de Correa parece esfumarse; las encuestas, incluidas las pagadas por el gobierno, dan una intención de voto a favor de Correa entre el 28% y 40%. La derecha tradicional se propone disputar el gobierno y cuenta con recursos económicos y políticos: decenas y centenas de millones de dólares que se están utilizando en TV, radio y prensa por parte de Laso, Noboa y Gutiérrez principalmente; el descontento de los ecuatorianos con el gobierno de Correa; y, con la consigna de derrotar a la “dictadura”. La oposición popular está organizándose a lo largo y ancho del país, tiene una gran potencialidad: el desarrollo de un proceso unitario que va integrando a los fundamental de los movimientos y organizaciones sociales, a la gran mayoría de las organizaciones y partidos políticos de izquierda; la convicción de una parte apreciable de los ecuatorianos de continuar la lucha por el cambio apoyándose en las propias fuerzas y en  hombres y mujeres probados en la lucha de los trabajadores y los pueblos; el desvanecimiento de las ilusiones y expectativas promovidas por el gobierno de Correa por parte  vastos sectores populares; la marcha inexorable de la Historia que convoca a la lucha por la Patria Nueva y el Socialismo.
La correlación de fuerzas en la arena electoral prefigura la participación de un numeroso grupo de candidatos presidenciales y, la concreción de la contienda entre tres candidaturas: Correa, un candidato de la derecha tradicional, presumiblemente, Laso y Acosta de la Coordinadora Plurinacional de las Izquierdas. Estas circunstancias provocarían una segunda vuelta electoral entre Correa y uno de los otros dos candidatos.
En la estrategia del correísmo, la candidatura de Acosta es la más peligrosa debido a que frente a ella no puede utilizar el discurso de oponerse a la partidocracia, no tiene crédito su eslogan de no volver al pasado, no puede vender su discurso de patriota y revolucionario. Esto explica sus afanes por ilegalizar al MPD y PK, las órdenes a los jueces para sentenciar a Mery Zamora y enjuiciar a Jiménez,  a Atamaint y muchos otros militantes de izquierda. Esto evidencia la reiterada palabrería de que son de izquierda, revolucionarios.
La Historia nos da grandes lecciones respecto de la izquierda: En todos los países y los diversos momentos la izquierda revolucionaria ha sido combatida desde dos flancos: de un lado desde la reacción y la derecha, desde la clase de los capitalistas y del imperialismo; y, de otro lado desde la banda de los oportunistas y traidores que levantaron los membretes de “izquierda moderna”, “nueva izquierda”, “izquierda creativa” y no se cansaron de denostar a los partidos y organizaciones de izquierda, a los hombres y mujeres militantes como “dogmáticos”, “ortodoxos”, “desfasados”, “violentistas”, “tirapiedras”, etc. Los oportunistas y traidores de todas las épocas no vacilaron en utilizar un discurso de izquierda para llevar adelante una política de derecha: así lo hicieron los mencheviques frente a Lenin y los bolcheviques; así actuaron los socialdemócratas en gran parte de los países de Europa y América Latina; así están procediendo la mayor parte de los “gobiernos progresistas” de América Latina, de un lado fustigan verbalmente a las oligarquías y de otro, persiguen y reprimen a los trabajadores; así viene operando el gobierno de Correa y sus acólitos.
Las izquierdas, así en plural, son expresiones políticas anticapitalistas y antiimperialistas, son protagonistas de la lucha por la libertad y la democracia, son defensoras intransigentes de los intereses y derechos de las clases trabajadoras, de la organización sindical, del derecho de reclamo y huelga, del ambiente y la naturaleza.
No pueden reclamarse de izquierda quienes de palabra y de hecho defienden el capitalismo, quienes aplican la criminalización de la lucha social, enjuician, persiguen y apresan a los luchadores sociales acusándoles de terroristas y saboteadores, quienes restringen los derechos sindicales, quienes entregan el país a las transnacionales mineras y envenenan la naturaleza y el agua. No tienen derecho a llamarse de izquierda aquellos que proclaman que la Constitución es “garantista” y no permite la gobernabilidad. No son de izquierda los que hablan del cambio para oponerse al cambio.


No hay comentarios:

Publicar un comentario