jueves, 31 de mayo de 2012

Cuarto encuentro de lectura continua en Homenaje a Mario Benedetti



 
El 17 de Mayo de 2012 se cumplieron tres años de la desaparición física del gran Latinoamericano Mario Benedetti, Uruguayo de nacimiento, pero Universal por trascendencia. Reconocido por su escritura sencilla y su compromiso militante, Benedetti ha acompañado innumerables luchas y procesos que le han dado Esperanza a un mundo de oscuridad. Este gran latinoamericano ha mostrado como el arte puede y debe tener un compromiso social.

En ocasión de este acontecimiento, a penas a un mes de su muerte, se realizó las primeras seis horas de lectura de su obra, ahora, por cuarto año consecutivo el Colectivo Ayllu – Ecuador organizó la cuarta maratón de lectura de las obras de este gran latinoamericano, con el auspicio de Biblioteca FLACSO, La Embajada de Uruguay y la colaboración de Librería Rayuela, colectivo literario la Kabezuela, Colectivo artístico Cuando se va la Luz y FLACSO Radio.

El evento se llevó a cabo en el Hall de la Biblioteca de FLACSO, tras la Bienvenida al acto por parte del Embajador Enrique Delgado y la inauguración del acto por parte de Eduardo Puente, (Director de la Biblioteca) se inició la lectura. La inauguración consistió en leer varios poemas, para que la palabra que labra oriente el resto de la jornada.

En esta ocasión varias fueron las sorpresas preparadas para esta jornada, así:

1.    Se realizó una conexión virtual con la Fundación Mario Benedetti. Durante 30 minutos Ariel Silva, secretario particular de Mario, nos habló del libro “inédito” que ese mismo día se lo iba a presentar en la Central Obrera y que fue preparado para la ocasión. Además compartió un par de anécdotas de la vida y la obra, así como de los caminos tomados por la fundación. Esta fue una agradable charla que todas y todos los asistentes la pudimos tener.

2.    Fuimos testigos del nacimiento del Niño Mario Vienedetti. El Colectivo “Cuando se va la Luz”, construyó una escultura en tela del niño Mario, basado en la historia original de la infancia de este gran poeta, y reprodujo el escenario probable en dónde escribía y jugaba con la sencillez de la palabra. Esta escultura fue creada para la ocasión.

3.    Tuvimos conexión directa con el mundo: el colectivo La Kabezuela, en tiempo real subió las imágenes y videos de la jornada al internét (Facebook, youtube) y la radio de Flacso transmitía al mundo entero lo que ocurría.

4.    Se entregó premios por parte de la Librería Rayuela y Ayllu-Ecuador, a quienes tuvieron el mayor número de participaciones, a la lectora más joven y al lector número 100.

5.    Finalmente Hugo Carro, presentó un libro digital, basado en el humor de este gran autor. Señaló que no hay nada más serio que el humor y por eso Benedetti trabajaba en serio.

Para tener una imagen mayor, algunas estadísticas del evento.

Lectores y lectoras
Hombres
12
Mujeres
18
total
30

Las mujeres tuvieron mayor participación en la lectura que los hombres. En este sentido también la asistencia fue mayor durante la jornada.

Lo leído
Poesía
74
Cuento
19
Novela
5
ensayo
3
Haikus
3
canciones
3
Total
107

En los últimos cuatro años se leyó seis horas continuas, es decir hemos cumplido 24 horas (1440 minutos de lectura, sin dejar el micrófono vacío), en promedio, cada 3 minutos se leía algo. A diferencia de años anteriores, en este, se dieron pocas repeticiones y sobre todo se leyeron géneros diversos.

varios
unidad
Poemas repetidos
9
Lectora más joven
14 años
Varón que leyó más
8 intervenciones
Mujer que leyó más
9 intervenciones
Promedio de público asistente durante las 6 horas
20 personas
Obra escultórica creada para la ocasión
1
Poemas cantados
3

Lo que vendrá

La Fundación Mario Benedetti inaugurará a finales de este año la casa Mario Benedetti, en la cual se establecerá una gran biblioteca. Para nutrirla con obras literarias diversas, especialmente de este lado del continente, en este acto de lectura continua, se hizo el lanzamiento de la Campaña de recolección de libros de autores ecuatorianos “ponle tu firma”, en la cual buscamos que escritores y escritoras de nuestro país autografíen sus obras y al menos, un ejemplar sea entregado como donación para esta biblioteca que se fundará pronto. Los detalles serán socializados pronto.

La campaña estará abierta por 4 meses (Junio, Julio, Agosto, Septiembre), la misma que es auspiciada por Ayllu-Ecuador, FLACSO Biblioteca, Embajada de Uruguay, Fundación Mario Benedetti.

Contacto:

Facebook: ayllu ecuador

miércoles, 30 de mayo de 2012

La Montonera Radical, Eloy Alfaro y la revolución


Por: Eloy Alfaro Reyes

Para entender la radicalidad de la lucha en la que se encuentran los revolucionarios de la época, es importante pensar como se conforma una organización desde los desposeídos, el carácter de esa organización, la profundidad de sus reivindicaciones. Siempre en toda organización revolucionaria hay tres aspectos que la caracterizan, una es la ideología que la acompaña (la cual ayuda a configurar el horizonte a donde se apunta o la Utopía) la siguiente es el sujeto que la conforma, que en este caso son los más pobres de los pobres, la montubiada que desarrolló un nivel muy alto de organización social, sí como los sectores medios urbanos representados por sociedades de artesanos y la tercera el territorio donde se expresa el sujeto y la ideología.

En el caso que nos compete, la convergencia de los tres aspectos es fundamental para entender al sujeto que lucha “la montonera”. No se lo puede entender fuera de su territorio y separada de la ideología. Leyendo casos de otras geografías como la lucha de Espartaco, Zapatta, Tupac Amaru, Daquilema, vemos que los cambios que estos buscaban no eran solo de fachada, van incluso hasta la posibilidad de un cambio sistémico y por eso mismo resultan peligrosos para el estatus. En todos esos casos los tres factores están presentes de manera consistente. El sujeto que lucha es aquel que se cansó de agachar la cabeza, aquel que fue despojado de todo, menos de su dignidad y por ello lucha con todas las ganas que tiene de vivir. Las ganas de vivir entonces es lo que lleva a que las acciones vayan siempre orientadas a la búsqueda de transformaciones reales y concretas, en este tipo de lucha no hay puntos medios.

Ese era el espíritu de esta propuesta Radical que nació entre la montubiada de una costa ecuatoriana con grandes contrastes sociales, por un lado la opulencia del auge cacaotero y por otro la miseria de importantes segmentos de la sociedad, que a penas, tenían su fuerza de trabajo para sobre vivir. Es por ello fundamental mirar con profundidad al sujeto que lucha, intentaremos un breve vistazo.

Montoneros

“Las montoneras fueron probablemente el más importante fenómeno de movilización social del siglo XIX republicano. Surgidas en el agro costeño a partir de 1825, tuvieron desde sus comienzos un carácter marcadamente reivindicativo y de resistencia popular frente a las violencias y actos de despojo cometidas por hacendados o autoridades del nuevo poder republicano. Posteriormente, a partir de la “Revolución de los Chiguaguas” (1833-1837) 
IDEARIO Y ACCION POLITICA DE VICENTE ROCAFUERTE* 
Respecto de Vicente Rocafuerte hay una pregunta que hace tiempo ronda en lacabeza de los historiadores latinoamericanos y es la siguiente: ¿dónde adquirióRocafuerte esa notable formación ideológica que poseyó y que lo llevaría abrillar, a comienzos del siglo XIX, como uno de los más destacados pensadoresliberales de Nuestra América?Precisamente mi intervención apunta a responder esa inquietud, con miras aredondear la imagen histórica de aquel gran republicano, que en su momentofuera uno de los líderes del inicial proyecto de unidad hispanoamericana.Como se conoce, su inicial formación intelectual y política la obtuvo Rocafuerteen el Colegio de Saint–Germain–en–Laye, cerca de París, donde fue discípulode Jerónimo Bonaparte, hermano del emperador de Francia. Otro estudioso deRocafuerte, el difunto Neptalí Zúñiga, consideraba por su parte que fue JohnQuincy Adams, el pensador y estadista norteamericano, quién sirvió aRocafuerte como "maestro en la fe republicana".
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 Por nuestra parte, admitiendo que el pensamiento ilustrado fue la base de laformación ideológica de Rocafuerte, hemos buscado precisar aún más lasfuentes en las que éste bebió ese ideario que luego recrearía brillantemente enel escenario americano. Nos hemos encontrado con que, además del Colegiode Saint Germain, hubo dos fuentes de fuentes de ideas en las que Rocafuerteabrevó abundante y provechosamente; ellas fueron la Orden Masónica y lasCortes Constitucionales españolas. Así, hallamos que nuestro personajecompletó su formación humanista gracias al contacto con otras dos vigorosascorrientes de pensamiento progresista, que fueron el pensamientofrancmasónico y el liberalismo español, emparentadas entre sí y vinculadas asu vez con el pensamiento ilustrado.Por varias razones, no resulta fácil establecer los límites existentes entre estascorrientes de ideas. En todo caso, lo cierto es que el liberalismohispanoamericano, desde la hora previa a la emancipación, sacó a luz y pusoen el tapete del debate político ciertos principios masónicos generales, talescomo la libertad, la igualdad y la fraternidad entre los hombres, que fueranpreviamente difundidos por el liberalismo español. Más tarde, nuestros liberalesconvirtieron en consignas de lucha pública algunos otros principios, másespecíficos de la masonería hispanoamericana, entre ellos la lucha por laindependencia nacional, la búsqueda de un sistema democrático–republicanode gobierno y la promoción de la unidad o confederación política de losEstados de nuestra América.Pero el escenario privilegiado para la difusión del pensamiento liberal–masónico, tanto español como hispanoamericano, fueron las CortesConstitucionales españolas, desarrolladas primero en Cádiz, entre 1811 y

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Mensaje al Congreso de la Nueva Granada. Bogotá, a 14 de marzo de 1834. El textoen  “Francisco de Paula Santander. Escritos políticos y mensajes administrativos, 1820-1837”, Bogotá, Biblioteca de la Presidencia de la República, 1988, pp. 201-204.

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1813, y luego en Madrid. En ellas, una amplia mayoría de diputados, de uno yotro lado del Atlántico, estaba vinculada a la francmasonería y compartía elideario liberal. Así, en la Logia Gaditana compartieron trabajos simbólicos eideas políticas diputados españoles y americanos, entre ellos los quiteños JoséMejía Lequerica, Juan José Matheu y Herrera –conde de Puñonrostro–, VicenteRocafuerte y José Joaquín Olmedo.Sin embargo, al interior de la masonería tradicional o regular surgió por entonces una masonería revolucionaria, organizada por ciudadanos originariosde América y cuyas logias, de carácter ultra secreto, tenían como fin específicola preparación de la independencia hispanoamericana, por lo cual excluían desu membresía a quienes no fueran nativos del nuevo continente. La primera deellas fue la llamada “Gran Reunión Americana”, fundada por Francisco deMiranda en Londres, en 1797, para promover la independencia de la Américaespañola.
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El Consejo Supremo tuvo como sede la residencia de Miranda,Frafton Street 27, Fitzroy Square, Londres, y fundó filiales en varias partes,entre ellas Cádiz, donde funcionaba la Logia Lautaro, de tan importanteactuación en la campaña por la libertad del Río de la Plata, Chile y Perú. AnteMiranda juraron entregar sus vidas por los ideales de la Logia Americana:Bolívar y San Martín; Moreno y Alvear, de Buenos Aires; O’ Higgins y Carrera,de Chile; Montúfar y Rocafuerte, de Ecuador; Valle, de Guatemala; Mier, deMéxico; Nariño, de Nueva Granada, Monteagudo, y muchos más. Todos ellosprestaron un solemne juramento masónico que decía: "Nunca reconoceré por gobierno legítimo de mi patria sino aquel que seaelegido por la libre y espontánea voluntad de los pueblos; y siendo el sistemarepublicano el mas adaptable al gobierno de las Américas, propenderé, por cuantos medios estén a mi alcance, a que los pueblos se decidan por él". En dependencia de la "Gran Reunión Americana" de Londres, BernardoO'Higgins fundó en Cádiz, a fines de 1801, una segunda logia revolucionaria,denominada "Sociedad Lautaro de Caballeros Racionales", con el objetivo devincular a la causa de la independencia a varios americanos que residíantemporalmente en ese puerto español o que ya formaban parte de la LogiaGaditana. Años después, al ser invadida España por los franceses, Cádiz seconvirtió en refugio de la Junta Suprema de Regencia y en sede de las CortesConstitucionales, lo que permitió que esta logia reclutara para la causa de laindependencia americana a muchos de los diputados del Nuevo Mundo. Trassu objetivo supremo, de esta logia derivaron otras, denominadas "lautarinas",que se establecieron en Mendoza, Buenos Aires, Santiago de Chile yGuayaquil. En verdad, todo un audaz y renovador ideario fue expuesto por el liberalismoespañol de las últimas décadas del siglo XVIII y fue planteado por los diputadosde las Cortes Constitucionales españolas, siempre tras ser gestado en laslogias masónicas. Olmedo, diputado por Guayaquil, había tratado sobre laservilidad impuesta a los indios en sus dos afamados "Discursos sobre lasmitas", mientras otros diputados liberales hablaron de "romper los grillos de laesclavitud bárbara".
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Jovellanos había planteado en su "Informe sobre la Leyagraria" la necesidad de entregar tierra y apoyo financiero a los labradores, asícomo de crear escuelas básicas, para que éstos "sepan leer, escribir y contar"
 
y puedan "perfeccionar las facultades de su razón y de su alma". Y tiempodespués, al presentar a la Junta Central española su afamado "Plan deinstrucción pública" (1809), planteó la urgencia de eliminar el latín en lasescuelas y pasar a una total utilización del idioma castellano como lengua deenseñanza. Antes, Campomanes había abogado por la educación femenina,alegando que "la mujer tiene el mismo uso de razón que el hombre (y) solo eldescuido que padece en su enseñanza la diferencia, sin culpa de ella".
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 Entretanto, Cabarrús describía en sus textos el triste panorama de la educaciónreligiosa, en la que los niños casi solo aprendían "el abatimiento, la poquedado, si se quiere, la tétrica hipocresía monacal".
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 En cuanto a los títulos y privilegios de la nobleza, Jovellanos, había abogadopor la abolición de los mayorazgos, de la herencia de bienes y de latransmisión hereditaria de títulos nobiliarios, por estimar que ya no eranconsecuencia del mérito personal ni del trabajo propio sino solo de la"casualidad del nacimiento".
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Cabarrús, especialista en asuntos fiscales,lamentó en su "Memoria al Rey" (1783) que las grandes y ricas propiedades delclero no pagasen impuestos, mientras que Campomanes, en su "Tratado de laregalía de la amortización" (1765), había llegado a propugnar la expropiaciónde los bienes eclesiásticos llamados "de manos muertas". Y el conde deAranda, en las cartas que se cruzara con su amigo Voltaire, se refirió en muyduros términos a la Iglesia y criticó muy especialmente a la Inquisición, a la quese propuso privar de sus métodos bárbaros de investigación y castigo, antes deprocurar su total eliminación.Formados políticamente en ese ideario liberal de inspiración masónica, y bajolas distintas realidades y circunstancias que les tocó vivir, los líderes de nuestraindependencia se empeñaron en llevar adelante una profunda reforma, queabarcase prácticamente todos los espacios de la vida social, desde laorganización política del Estado hasta las relaciones con la Iglesia y desde lossistemas de propiedad hasta los planes y métodos educativos. De otra parte, através del establecimiento de nuevas logias masónicas en los territoriosliberados, promovieron la concientización de la elite político–militar de laindependencia y difundieron esas ideas de progreso social en los sectores másavanzados de la población. Vicente Rocafuerte se inició masón en París, en 1805, en la “Muy RespetableLogia St. Alexandrie de Escocia”,  a la que ya pertenecían Simón Bolívar,
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 Carlos Montúfar, Fernando Toro Rodríguez y otros jóvenes liberaleshispanoamericanos. Se sabe también que su iniciación ocurrió por la mismaépoca en que Simón Bolívar fuera elevado en ese taller al grado de CaballeroCompañero. Años más tarde, recordando esa circunstancia, Rocafuerteescribiría: “Todos los americanos que nos encontramos reunidos en ese brillante asilo dela gloria militar de Napoleón, estábamos íntimamente unidos por los lazos de lamás franca amistad, y por la grandiosa perspectiva que se vislumbraba ya de laindependencia de la América española.”
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  Gracias a su condición masónica, Rocafuerte tuvo desde entonces trato directoy fraterno con muchos liberales españoles y sobre todo con muchos miembrosde la Logia “Gran Reunión Americana”,
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entre los que figuraron Andrés Bello,
 
Antonio Nariño, Bernardo O’Higgins, fray Servando Teresa de Mier y otroslíderes de la independencia hispanoamericana.
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 Tras regresar a su país, en 1807, "con todas las ideas de la independencia y delibertad con que (se) había familiarizado en Francia", se encontró con unasituación poco apta para un estallido revolucionario y prefirió recluirse en suhacienda de Naranjito, para evitar que sus ideas ("las que tuve que comprimir en mi pecho al verme rodeado de tantos satélites de la tiranía española")llegaran a traslucir públicamente y le merecieran ser perseguido por lasautoridades coloniales. Sin embargo, la revolución era su sino y en su mismoretiro campesino fue alcanzado por ella en 1809, cuando, a petición de labaronesa viuda de Carondelet, debió asilar en su hacienda al conspirador quiteño Juan de Dios Morales, perseguido por las autoridades coloniales. Nofue difícil que ambos se reconocieran como hermanos masones y entraran deinmediato en conversaciones sobre la ansiada independencia de América.Como detallaría el mismo Rocafuerte, años más tarde, en una de sus bravías"Cartas a la Nación": "De lo expuesto resulta: Que en la hacienda de Naranjito que pertenece a micasa se formó el plan de independencia de Quito, que se ejecutó en la nochedel 9 de agosto de 1809. Que en el Ecuador, mi tío el coronel Bejarano y yohemos sido los primeros perseguidos por la causa de la emancipación; ypermítaseme añadir ahora: que mi tío el doctor don Pablo Arenas fue una delas víctimas del 10 de agosto, que mi suegro el señor Calderón, uno de losprimeros jefes de la independencia, fue cruelmente pasado por las armas delos españoles, que mi cuñado Abdón murió heroicamente en la batalla dePichincha; todo lo que prueba que mi familia es una de las que más serviciosha hecho a la causa de la independencia." Tras ser nombrado alcalde de su ciudad en 1810, Rocafuerte sería elegidodiputado a las cortes españolas por la provincia de Guayaquil, en1812, ocasiónen que renovaría y ampliaría sus contactos francmasónicos, durante suestancia en España, según lo confirma su propio testimonio: “Por mis ideas liberales y mi entusiasmo por la independencia, me ligué deamistad con los diputados de México, Ramos Arispe, Terán, Castillo,Larrazábal, Lavalle, etc, que tenían fama de ser grandes independientes. Enaquella feliz época todos los americanos nos tratábamos con la mayor fraternidad; todos éramos amigos, paisanos, y aliados en la causa común de laindependencia; no existían esas diferencias de peruano, chileno, boliviano,ecuatoriano, granadino, etc, que tanto han contribuido a debilitar la fuerza denuestras mutuas simpatías”.
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  Rocafuerte era un ciudadano de formación intelectual antes que guerrera,preparado más para la conspiración política que para las campañas militares.Eso determinó en buena medida el rumbo futuro de su acción, luego de queFernando VII, “El Bienamado”, se proclamase monarca absoluto y rompiese laConstitución española de 1812 apenas vuelto al trono, tras permanecer prisionero de Napoleón. Entonces, mientras los diputados peruanos iban albesamanos del rey absolutista, Rocafuerte se negó a asistir a tal acto y, por elcontrario, fue a visitar a los diputados liberales presos, lo que le valió una
 
inmediata persecución del gobierno español. Tras fugar a Francia y recorrer enobligado turismo buena parte de este país e Italia, Rocafuerte regresófinalmente a Guayaquil en junio de 1817, gracias a la ayuda reservada de lamasonería francesa y del cónsul español en Burdeos, señor Montenegro, unmasón adicto a Fernando VII.
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Años después relataría los pormenores de suregreso: “Obtuve mi pasaporte para regresar a Guayaquil por la vía de La Habana,Chagres y Panamá; pero a condición de que en el término de dos años nohabía de tomar parte activa en la guerra y causa de la independencia; pasé por estas horcas caudinas con tal de regresar al seno de mi familia.”
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  Una vez en su ciudad, Rocafuerte se concentró en arreglar los negocios de suafortunada familia y, adicionalmente, en enseñar francés e iniciar en las ideasliberales a algunos jóvenes porteños, a los que familiarizó con la lectura de la“Historia de la independencia de Norteamérica” del abate Raynal, de “Elcontrato social” de Rousseau y de “El espíritu de las leyes” de Montesquieu, “llevando en esto el objeto de propagar las semillas de la independencia; y tuvela suerte de sacar a un discípulo muy aprovechado en el señor Antepara, quiendespués cooperó con su valor y talento a realizar la independencia delGuayas.”
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  Al fin, presionado por su madre, que deseaba alejarlo del seguro teatro de unapróxima guerra, Rocafuerte emigró a La Habana, donde prontamente se integróa la logia “Soles y rayos de Bolívar”,  que dirigía el doctor José FernándezMadrid y estaba destinada a promover la independencia de Cuba y PuertoRico. Se inició así, para él, otro período de gran actividad conspirativa en favor la independencia americana, que lo llevaría nuevamente a España, en calidadde agente secreto de Bolívar y de la masonería cubana, para auscultar lainclinación del nuevo gobierno liberal español a reconocer la independencia deVenezuela (1820).Tras permanecer cinco meses en España, volvió a Cuba, donde le esperabannuevas tareas políticas, siempre encaminadas a promover la independencia yafianzar la democracia en América. Republicano irreducible, posteriormente setrasladaría a Estados Unidos, con la misión secreta de combatir el proyectomonárquico del general Iturbide, que buscaba coronarse emperador de México.De este modo, y según sus propias palabras, nuestro héroe llegó a participar decididamente en los “planes para extender a todos los puntos del territorio (las) sociedades secretaspara combatir la tiranía y la usurpación, sociedades muy conocidas por ladenominación de escocesas las unas, y de yorkinas las del contrario partido.” En EE. UU. en calidad de enviado de la masonería escocesa, adelantaría unagestión destinada a impedir el reconocimiento diplomático del emperador mexicano por parte del gobierno norteamericano (también dirigido por lamasonería del rito escocés). Finalmente, en 1823, nuestro hombre seríaencargado por la masonería cubana de coordinar la audaz expedición militar que el joven general colombiano Manrique, jefe de la plaza de Maracaibo,
 
intentaba emprender por su cuenta para liberar a Cuba del dominio español,mas la repentina muerte de Manrique frustró esa expedición libertaria, quehubiese dado a Cuba una temprana independencia y quizá la hubiera puesto acubierto de las desenfrenadas ambiciones imperialistas del "DestinoManifiesto". Pero el espíritu liberal–masónico de Rocafuerte no sólo se revelaría en suacción política sino que, de modo paralelo, se expresaría a través de su obraintelectual, que en general se encamina hacia la ilustración de los pueblosamericanos en las nuevas ideas del mundo. Pero una empresa tal no podíaejecutarse sin afectar los intereses de ciertas fuerzas retrógradas que actuabanen Nuestra América, tales como los grupos conservadores que propugnaban elestablecimiento de monarquías americanas o la Iglesia, que pretendíamantener su antiguo monopolio sobre las mentes del pueblo.Así se explica la resistencia que unos y otros levantaron contra los libros deRocafuerte y particularmente contra dos de ellos: "Ideas  necesarias a todoPuelo Americano Independiente que quiera ser libre" y "Ensayo sobre latolerancia religiosa". Del primero, dijo su propio autor que había sido escrito conmiras a "uniformar el sistema gubernativo en todo el continente, para formar entre todaslas nuevas naciones independientes una comunidad de principios y deintereses de paz, de orden, de economía y de prosperidad."
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  Respecto del segundo, podemos decir que se encaminaba a combatir tanto eloscurantismo religioso predominante en Hispanoamérica como cierta xenofobiaantiespañola que se había gestado en nuestros países al calor de la guerra deindependencia. "La libertad no existe –decía nuestro personaje– sin la tolerancia, sin aquellanatural inclinación a perdonar las flaquezas de nuestro prójimo, sin aquellanecesaria indulgencia para vivir y tratar con individuos de opiniones diferentes yaun opuestas a las nuestras." Esas luminosas palabras de Rocafuerte iniciaron en nuestro país la luchacontra el fanatismo y la intolerancia religiosa y fueron, por tanto, útiles aldesarrollo civilizatorio. Mas, por suerte o por desgracia, no son cosa del pasadoy siguen siendo necesarias hoy, en el Ecuador de fines del siglo XX, cuando lajerarquía religiosa ha reiniciado la lucha contra la existencia del Estado laico yalgún fraile torvo, y alguna monja fanática, siguen incitando a sus feligreses aincendiar los templos de otros cristianos que no comulgan con sus dogmas. 
NOTAS:
 * Conferencia dictada en el Centro Cultural Mexicano. Quito, 18 de marzo de1998.1 Neptalí Zúñiga, "Rocafuerte y la Democracia de los Estados Unidos de NorteAmérica".2 Miranda había sido introducido a la masonería por George Washington einiciado masón en una logia de Virginia.
 
3 Jean Sarrailh,  op. cit., p. 509.4 Sarrailh, op. cit., p. 517.5 Ibíd., p. 56.6 Ibíd., p. 521.7 El Libertador fue iniciado  francmasón en Francia, en 1805 y en esa mismalogia fue ascendido luego al grado de Caballero Compañero, según consta enla fotocopia del acta manuscrita, cuyo original fue adquirido  por el R:.H:.Ramón Díaz Sánchez, y presentado al supremo Consejo 33o de Venezuela, en1956, en el que consta la firma de Bolívar, autenticada por Doña Dolores Bonetde Sotilo, paleógrafa venezolana, Miembro de la Academia Nacional de Historiade Venezuela.En el Cuadro de HH:. de la Resp:. Log:. St. Alexandrie, correspondiente al añomasónico 1804-1805, cuyo original reposa en la sección masónica de laBibliotheque Nationale de Paris, consta el nombre de Bolívar apareciendo, por razones explicables a la época, como 'Oficial Español".8 Vicente Rocafuerte, “A la Nación”, en Biblioteca Ecuatoriana Mínima, tomo“Escritores políticos”, Ed. Cajica, Puebla (México), 1960, p. 147. 9 Esta Gran Logia había sido fundada por el general Miranda en 1805, parapromover la independencia de la América española. “Para el primer grado deiniciación en ella era preciso jurar trabajar por la independencia de América; ypara el segundo, una profesión de fe democrática. El Consejo Supremo tuvocomo sede la residencia de Miranda, Frafton Street 27, Fitzroy Square,Londres, y fundó filiales en varias partes, entre ellas Cádiz, donde funcionabala Logia Lautaro, de tan importante actuación en la campaña por la libertad delRío de la Plata, Chile y Perú. Ante Miranda juraron entregar sus vidas por losideales de la Logia Americana: Bolívar y San Martín; Moreno y Alvear, deBuenos Aires; O’ Higgins y Carrera, de Chile; Montúfar y Rocafuerte, deEcuador; Valle, de Guatemala; Mier, de México; Nariño, de Nueva Granada,Monteagudo, y muchos más. Fue ahí donde quedó constituido el ubicuo estadomayor espiritual de la inminente guerra por la emancipación del Nuevo Mundo.”(Luis Alberto Sánchez, “Historia General de América”, Ercilla, Santiago, 1970,novena edición, p. 557). 10 Jorge Pacheco Quintero, “La masonería en la emancipación de América”,Ed. La Gran Colombia, Bogotá, 1943, p. 52. Años después, tras ser desterradoa Cádiz y fugar de sus carceleros, Nariño se vincularía a la masoneríaespañola a través de dos discípulos quiteños del ya difunto doctor Espejo: JoséMejía, cuñado de Espejo, y el conde de Puñonrostro, ambos diputados a laCortes constitucionales. Ibíd. 11 Vicente Rocafuerte, op. cit., p. 153. 12 Montenegro era un masón honrado y liberal sincero, pero era ante todo unfervoroso nacionalista, al que la suerte había colocado junto a Fernando VIIdurante su cautiverio de Bayona. Eso explica que, pese a sus ideas, fueseadicto al monarca y mereciese su confianza. 13  Rocafuerte, op. cit., p. 162. 
 
14  Ibíd., p. 163. 15 Vicente Rocafuerte, "A la Nación", Lima , 1844. 
LA REVOLUCION ALFARISTA DE 1895 
INTRODUCCION Un siglo después del estallido de la revolución liberal de 1895, sus fuegos nose han apagado del todo y siguen encendiendo el espíritu de los ecuatorianos.Así lo prueba, con irrefutable evidencia, el gran combate ideológico desatadohace algún tiempo en el país a causa de la aprobación legislativa delinconstitucional proyecto de “Ley de libertad educativa” promovido por laConferencia Episcopal Ecuatoriana, el que, en esencia, busca terminar con laeducación laica mediante el arbitrio de introducir clases de religión en elpensum de estudios.Esa vigencia de la revolución liberal en la conciencia nacional ecuatoriana es,sin duda, un sorprendente fenómeno histórico, en el que se entremezclanrecuerdos personales y mitos colectivos, tradiciones ideológicas familiares ycompromisos de clase, lecturas personales y sueños colectivos. Así, a mediocamino entre la historia y la leyenda, está la crónica revolucionaria, cargada delas hazañas de esas tropas montoneras que vencieron primero en las llanurasy selvas del litoral para avanzar luego hacia la sierra y conquistar losformidables bastiones del poder conservador. Además, como saliendo de unviejo álbum de fotos, está también el recuerdo de los personajes de larevolución, hombres que en general venían “de abajo” y se encumbraron por suvalor y reciedumbre: generales internacionalistas, que venían de pelear enotras revoluciones latinoamericanas; coroneles “gritados”, que debían el gradomilitar a su arrojo en el combate y al posterior grito consagratorio de su tropa;intelectuales que combatían tanto con la pluma como con el fusil, siguiendo latradición bolivariana; campesinos de toda laya, cuya única bandera era un gritocorajudo y recio: ¡Viva Alfaro, carajo! Por fin, en la memoria más próxima de lanación están esas coplas que el pueblo canta, con ritmo de amorfinos costeñoso carnavales serraniegos, para remarcar su orgullo por esa terrible y magníficapágina del pasado; hablamos de coplas como éstas: La ropa de Eloy Alfarono se lava con jabón,se lava en agua de rosasnacida del corazón. ¿Cuáles han sido las razones que han contribuido a fijar y mantener a travésdel tiempo el recuerdo de esa revolución?Creemos que son varias y de diverso signo. Obviamente, encabezando esasrazones recordatorias está la “herencia viva de la revolución”, es decir, lapresencia e influencia de sus logros políticos y sociales, que a pesar del tiempotranscurrido son apreciados positivamente por la mayoría de los ecuatorianos.¿Quién que no sea un reaccionario o un fanático puede oponerse hoy mismo ala educación “pública, laica y gratuita”, al matrimonio civil y al divorcio, a laseparación política del Estado y la Iglesia, a la existencia de una Asistencia
 
Pública para los más necesitados o a la presencia de unas Fuerzas Armadasapolíticas y profesionales? ¿Y quién que no sea un necio puede negar laimportancia que el ferrocarril Guayaquil-Quito tuvo para la integración nacional?Otra razón de no menor importancia es la trascendencia histórica de esatransformación, que, en resumidas cuentas, es la única verdadera revoluciónde nuestra vida republicana. Hay más: en un país derrotado en todas susguerras, desmoralizado permanentemente por la incapacidad de su clasepolítica e inseguro de su destino, esa revolución es un motivo de íntimo orgullopopular, un testimonio de nuestra capacidad colectiva de regeneración social yun elemento de autoafirmación nacional.En fin, otra circunstancia que enriquece el recordatorio colectivo es, sin duda, eldestino trágico de algunos de sus mayores personajes: Pedro Montero, muertoa mansalva tras su derrota militar; los Alfaros, Páez y Coral, arrastrados yasesinados por una turba fanática; Emilio María Terán, víctima de un crimenpolítico-pasional, y Julio Andrade, asesinado oscuramente en una disputa por el poder. Tragedias que constituyen, a su vez, actos de una tragedia mayor dentro del gran drama revolucionario: la frustración final de la revolución. Así,los héroes de la gesta popular adquirirán también aureola de mártires, seconvertirán en arquetipos sociales y pasarán a integrar el panteón cíviconacional, junto a los próceres y héroes de la independencia. LOS ANTECEDENTES Hacia la última década del siglo XIX, el Ecuador era un país en el queconvivían contradictoriamente dos realidades históricas contrapuestas: por unlado, una vieja sociedad aristocrático-terrateniente, heredera del modo deproducción y las formas de vida coloniales, asentada sobre la explotación degrandes masas de campesinos y esencialmente rural, y, por otro, una nacientesociedad burguesa, fundamentalmente urbana y constituida por estratoscomerciales, bancarios e industriales, por una pequeña burguesía intelectual ypor grupos de trabajadores asalariados. En síntesis, la primera era lasupervivencia de un pasado colonial que se negaba a morir y la segunda elanticipo de un futuro que no acababa de nacer.Cobijadas ideológicamente bajo las banderas del conservatismo y elliberalismo, respectivamente, esas dos tendencias sociales venían luchando yenfrentándose en una intermitente guerra civil prácticamente desde 1845,cuando la “Revolución Marcista” planteó por primera vez la introducción dereformas sociales que modernizaran la vieja estructura del país (manumisiónde los esclavos, supresión del tributo de indios), provocando con ello unareacción terrateniente que causó una guerra civil e incluso una amenaza dedisolución nacional (1858-1860). Luego, la lucha había cobrado la forma de unaguerra irregular, en la que las montoneras liberales se enfrentabanreiteradamente al ejército del Estado Oligárquico, logrando triunfos tácticospero mereciendo sucesivas derrotas estratégicas.Las montoneras fueron probablemente el más importante fenómeno demovilización social del siglo XIX republicano. Surgidas en el agro costeño apartir de 1825, tuvieron desde sus comienzos un carácter marcadamentereivindicativo y de resistencia popular frente a las violencias y actos de despojocometidas por hacendados o autoridades del nuevo poder republicano.Posteriormente, a partir de la “Revolución de los Chiguaguas” (1833-1837),
  adquirieron un creciente carácter político, de tinte nacionalista y liberal, que se acentuaría durante la “Revolución Marcista” (1845) y asumiría plena identidad en la segunda mitad del siglo XIX. La base social de las montoneras estaba generalmente constituida por una heterogénea mezcla de campesinos montubios, que incluía a peones de las haciendas, pequeños propietarios y trabajadores sueltos, como los “desmonteros” y “sembradores”, que hacían desmontes o formaban nuevas plantaciones para venderlos a las haciendas próximas.

A partir de la época garciana, el surgimiento de las montoneras adquirió una connotación plenamente política, de carácter liberal militante, y aun asumió nuevas formas, como la formación de montoneras por parte de los mismos hacendados o “caciques” locales, que se lanzaban a la lucha a la cabeza de sus peones y casi siempre con el  rango de “coronel”. Toda la tropa montonera o al menos gran parte de ella andaba a caballo. Estas particulares circunstancias daban a las montoneras una notable influencia y capacidad de acción en su área y les garantizaban fácil avituallamiento, gran movilidad operativa y rápida desmovilización” (Nuñez 1995).

Los luchadores son campesinos que venden su fuerza de trabajo y “trabajadores sueltos” es decir que personas que no están adscritos a una hacienda. En la Sierra, ligado al régimen de hacienda se encuentran los indios libres, es decir aquellos individuos que no pertenecen a ninguna hacienda, pero que venden su fuerza de trabajo. En todas las insurgencias populares del continente la conformación del sujeto que lucha es la misma, indios, negros o en este caso, montubios libres que su condición de excluidos les lleva a asumir una conciencia de clase. Tanto los que están dentro como los que están fuera del régimen de hacienda, tienen algo en común, no son poseedores de los medios de producción y para su reproducción familiar venden su fuerza de trabajo. Son los indios libres los que encabezan la lucha por la tierra.

En un primer momento los montoneros son campesinos costeños que como pago de las deudas contraídas con el patrón se ven obligados a ir a la lucha, con el objeto de descargar sus deudas (Ayala 1994). La Montonera para estos campesinos era la posibilidad de acabar con sus deudas y a la vez convertirse en campesinos autónomos, por tanto sin sujeción a la hacienda y al patrón. Son pueblos que se arman para la lucha, no es un ejército que lucha por el pueblo, sino un pueblo que decide luchar por si mismo, nadie va a poner los muertos por ellos.

El viejo luchador reconoce las dificultades que enfrenta su ejército conformado por personal cargado de buenas intenciones.

“las fuerzas que están a mis órdenes se componen de artesanos propietarios, agricultores, etc, gente toda difícil de sujetarse a una vida dilatada de cuartel y marchas y contra marchas” “Puse atención en disciplinarlos lo mejor posible, ¡improba labor es organizar voluntarios! (Alfaro; 1992, 78).

La Montonera entrañable.

Los luchadores que son parte del pueblo que los eligió, no se rinden, no se olvidan de sus soldados, los tienen presentes, se acompañan en su dolor y en sus victorias. De esa época se conocen una serie de coplas, cantos, amorfinos, arrullos y otros tipos de expresiones populares que se transmiten de generación a generación y que cuentan las glorias de los y las luchadoras que salidos del corazón del pueblo daban sus vidas por un mejor futuro. Solo así se entiende como a pesar de los largos períodos en los que el Viejo Luchador estaba fuera del país ese pueblo lo tenía presente. No se olvidan de él y cada vez que regresaba, estaban listos para en su nombre o con él disponerse al combate.

Una característica especial de la Montonera es ser entrañable entre sus líderes y el pueblo que la compone, de ahí que una vez cumplida la tarea para la que se formó la Montonera, se debe disolver. Unas veces se disolvían con una victoria, en otras ocasiones cargaban con la derrota. Las despedidas deben haber sido difíciles, en ocasiones no había tiempo para ello, a continuación las palabras del viejo luchador al despedirse de sus combatientes esmeraldeños, él continúa con los montoneros manabitas en la lucha…

“Regresais a vuestros hogares después de quince meses de heroica lucha. Dos nombres habeís escrito en la historia, Seis de Abril y Nueve de Julio. Desde las bocas del Mira (río) hasta las márgenes del Guayas, vuestra sangre se ha ofrendado con abnegación en aras de la República; la santidad de nuestra causa ha traído a nuestras banderas no solo a los buenos hijos del Ecuador sino a muchos de nuestros hermanos de Colombia, campeones generosos que han compartido fraternalmente vuestros sacrificios y vuestras glorias. Soldados, me honro en tributarlos el homenaje de mi gratitud y en declarar que habeís merecido bien de vuestra Patria. Estad seguros que si las libertades peligran, estará siempre con vosotros vuestro compañero y amigo, Eloy Alfaro” (Alfaro 1992; 51)

Se nota que quién habla no se ubica desde un pedestal para hacerlo, no les habla desde una superioridad, les habla desde la firmeza de combatientes, de soldados, pero sobre todo de compañeros, les habla mirándoles a los ojos, les habla sinceramente. La guerra y los combates vividos genera una unión inseparable. El calor del combate los hermana. Para ejemplificar esto es necesario un relato…

En Noviembre de 2007, en Montecristi se instaló la Asamblea Constituyente y con ese motivo se llevaron parte de los restos de Eloy Alfaro a su tierra natal, para ello el gobierno organizó un acto impresionante que incluía la entrada de los restos del General en una urna especial de piedra ubicada en una carreta arrastrada por caballos, esta urna se ubicaría al interior del Parque Central de la ciudad de Portoviejo, al cual sólo “algunas personas con invitación podían entrar”.

El pueblo que había bajado de las montañas por sus propios medios, caminando horas, a caballo, a pie o por otros medios, que no había comido, que espero bajo el sol, ese pueblo no podía entrar, estaba exlcuído del acto. Sin embargo al acercarse la carreta hasta el parque, ese pueblo gritaba a su general, ¡viva Alfaro!, ¡viva mi general!, ¡Alfaro Vive, la Lucha sigue!, y lanzaban flores cantos, lágrimas, alegrías al paso de la caravana… le recibían de vuelta. “Volvió” decía un anciano que necesitaba ayuda para permanecer de pie.

100 años después de su muerte, el pueblo no olvidó a su general. Aún lo esperaban, le cantaban. Alfaro estaba de vuelta y el pueblo estaba ahí esperándolo. Los montubio sabían que a Alfaro no lo quemaron, lo encendieron. Igual de conmovedor resultaron las lágrimas derramadas por los Kadetes de las Fuerzas Armadas, que custodiaban el parque, cuando la urna – subida en andas - pasaba junto a ellos. Era su general el que estaba ahí y por eso a pesar de la formación de hombres duros que recibían, las lágrimas y el afecto al general podían más.

En varios momentos de la lucha radical montonera, la historia registra hechos entrañables entre los revolucionarios, así:

·       Cuando Vargas Torres recibe su condena a muerte en Loja, sus coidearios planean su fuga, de hecho el plan resulta. Pero Vargas Torres retrocede en su intención pues cree que “o salen todos o no sale nadie”. No podía dejar a sus compañeros de combate presos mientras él tenía la posibilidad de huír de la muerte. Poco tiempo después fue fusilado (Pérez Concha, 2008).

·       En la toma de Guayaquil mientras el fragor del combate, la cárcel fue tomada por los revolucionarios, no había otra intención del viejo luchador que liberar a su compañero Miguel Valverde (hecho prisionero en un combate anterior), a quién él personalmente abrió la puerta de la celda y luego le ofreció un abrazo. Los combates continuaban afuera, esta acción eran tan importante como toda la operación de toma del puerto en su conjunto. Había que hacerla, pues no se pude dejar a nadie detrás (Alfaro 1992).

·       Cuando el tren que conducía a los 6 radicales hacia Quito desde Guayaquil para Consumar la hoguera Bárbara llegó a Alausí, algunos de sus coidearios prepararon la fuga del viejo Luchador, así fue que todo estaba listo. El poco tiempo para preparar la arriesgada acción no permitía más que escapar a uno. Al respecto Eloy dijo NO, o salimos todos o no sale nadie. Al día siguiente fueron arrastrados por las calles de Quito (Bravo 2008).

Coroneles gritados

La montonera al ser un ejército popular, tiene sus propias formas de acción, de lucha y de jerarquías. Así por ejemplo, se deduce, que el ejercicio de la lucha era un aspecto socialmente reconocido, es decir toda la comunidad avalaba a los luchadores y luchadoras y por ello mismo los protegía, apoyaba y acompañaba. No era un ejército o guerrilla que se creaba por fuera del pueblo, era el pueblo.  Por ello desde el interior del mismo se escogía quien luchaba. Se escogía a los mandos por méritos propios a quienes se los proclamaba públicamente, para que se reconozca su liderazgo y se lo legitime.

“A estos “coroneles-hacendados” se los calificaba popularmente como “coroneles gritados”, tanto para destacar el hecho de que el rango les había sido conferido por sus propias tropas, al grito de ¡Viva mi coronel!, como para diferenciarlos de los “coroneles graduados”, es decir, de aquellos que habían recibido su grado de las autoridades correspondientes”. (Núñez 1995)

Es importante ver que a lo largo de la historia, los pueblos han tenido como herramienta primigenia de acción y resistencia su propia voz y el grito como parte de ella. Es por ello que el grito no es solo el grito como proclama, sino sobre todo como llamado de atención, de decir presente y de existir. Es también hacerse oír y sentir. Hay que mirar al grito-la voz como un arma de creación y destrucción (son las palabras que hacen que algo exista, “Dios dijo hágase la luz”). El grito, la voz, crea pero también apaga.

Alfaro sin duda fue un líder gritado. De otra manera como entender esa fidelidad entre el pueblo y su liderazgo. Al líder, el pueblo le sigue, al jefe le obedecen. Un aspecto particular de la Montonera eran estos Coroneles gritados, a los que la población es fiel. Cuando la lucha del partido radical crece y cobra mayores adeptos, no es de sorprenderse entonces que surja el periódico “el grito del pueblo” como el órgano, la voz del partido y los militantes, dirigido por otro coronel gritado, Luciano Coral. Posteriormente a estos líderes nacidos así se los llama de manera peyorativa como “coroneles macheteros” por dos razones, la primera porque sus ejércitos están conformados por combatientes cuya principal arma es el machete, la segunda busca desacreditarlos, insinuando que resalta de estos coroneles el uso del machete, más que las ideas.

Comunidades libres, liberales y liberadas:

Otra característica de la montonera, era precisamente la generación de comunidades liberadas, de territorios donde se proclama y construye la nación soñada, la sociedad de las múltiples libertades. No se luchaba por una sociedad futura que vendría una vez conseguido el triunfo y la revolución, la lucha montonera llevaba a crear de hecho espacios liberados y libertarios. El mejor ejemplo de ello es la lucha de los Chapulos encabezada por un coronel gritado, Nicolás Infante, que encabezó la revuelta en lo que hoy es la Provincia de los Ríos. Esta revuelta es particularmente importante, pues no sólo que el objetivo de la lucha es derrotar al ejército regular, sino crear una sociedad con una administración que se la construye desde abajo.

En el marco de una guerra, no hay que desconocer que o se gana o se pierde y que mientras el enemigo no sea derrotado, no se puede estar tranquilo, los montoneros sabían eso. Por ello también no se puede volver al régimen anterior, no se puede expulsar al gobierno y seguir con la misma administración, es decir el ejercicio de la guerra montonera, era también un ejercicio que crea sociedad. Y aquello creado de esa manera hay que defenderlo, para eso las armas.

La Montonera se desarrolla y crece no por construir una revolución futura, sino para defender la revolución lograda, que puede ser muy localizada, “limitada” “pequeñita” (en una comunidad o pueblo), pero que esa fuerza originaria ya marca la pauta de un futuro nuevo. Entonces hay que guerrear para defender lo conseguido, contra aquello que lo amenaza, usando las herramientas que sea necesarias.

Alfaro Delgado, Eloy: Narraciones Históricas. Corporación Editora Nacional
1992.    

Ayala, Enrique: Historia de la Revolución Liberal Ecuatoriana. Corporación
1994.               Editoria Nacional.          

Bravo, Klever: La campaña revolucionaria del general Eloy Alfaro y la modernización
2008                del ejército ecuatoriano. CCE

Núñez, Jorge: la revolución Alfarista de 1895 hacia el 2000. Colección Ecuador,
1995                Quito.

Pérez Concha, Jorge: colección Biografías: Ministerio de Cultura
              2008 Luis Vargas Torres