Por
Decio Machado
Consultor en Análisis
Estratégico y Comunicación. Director de la Fundación ALDHEA, investigador de
Sistemas Integrados de Análisis Socioeconómico, colaborador de la colombiana
Editorial Desde Abajo, y los medios de investigación periodística crítica
Revista El Hurón y periódico Diagonal.
Hacer un análisis político
de la situación europea en este momento desde territorios latinoamericanos
conlleva, en primer lugar, remarcar algunos conceptos básicos y diferenciadores
entre estas dos realidades.
La primera de ellas es que
aunque desde algunos movimientos sociales latinoamericanos se mire con interés
y simpatía procesos de organización socio-políticos como el generado en su
momento por los Indignados en el Estado español, con la posterior conformación
de Podemos como construcción de una organización política capaz de recoger una
parte importante del acumulado de las movilizaciones del 15-M o de Syriza
(acrónimo de Synaspimós Rizospastikís Aristerás, traducidos al
castellano, Coalición de la Izquierda Radical), aglutinando trece grupos
políticos diferentes de tendencias afines al "socialismo
democrático", todo ello hay que situarlo -citanto a Grosfoguel- en la
"zona del ser"(1). En este sentido, no puede causar más que una
ligera sonrisa el hecho de que alguna organización política ecuatoriana se haya
rebautizado bajo las mismas siglas que la formación liderada por Pablo
Iglesias, al calor de los buenos resultados electorales alcanzados por la
formación política española en el proceso electoral europeo.
Citando a Zibechi,
"no debemos imitar a Europa"(2), pues es un error sujetarse a
categorías heredadas de la matriz europea para construir la acción política
latinoamericana. Se necesita construir una teoría crítica propia
latinoamericana, donde la organización y la militancia para cambiar el mundo
venga desde la "zona del no-ser", lo contrario sería repetir el hecho
colonial en nombre de la revolución.
En la "zona del
ser" se presupone la existencia de una sociedad más o menos homogénea -el
impacto migratorio es de los pocos elementos distorsionantes de esa realidad-
en la que todos sus integrantes gozan de determinados derechos ciudadanos,
estructurada industrialmente por clases -opone sociedad burguesa contra
sociedad proletaria- y donde el analfabetismo y la violencia son factores
atípicos.
En América Latina,
"zona del no-ser" junto a otros espacios geográficos del sur global,
la violencia no es el único recurso de la dominación sino la forma de vida
cotidiana a la que se somete a los de abajo, negándoseles su dignidad y sus
formas de organización autónoma. Fanon nos recuerda por ejemplo, como incluso
en momentos de máxima violencia durante la Segunda Guerra Mundial, "bajo
la ocupación alemana los franceses no dejaron de ser
hombres"(3), mientras basta mirar como las rebeliones de tupac Amaru
o tupac Katari fueron el símbolo de levantamientos de poblaciones que habían
sido desposeídas de tierras y culturas, a la par que subyugadas bajo lógicas
esclavistas.
Crisis
de la Unión Europea
La Unión Europea (UE)
atraviesa desde hace ya algunos años los momentos más bajos de su historia.
Citando a Sanahuja, en realidad hablamos de una "crisis
existencial"(4) como proyecto político, económico y social.
Esto implica que estén en
cuestión tanto el fundamento político y social del proyecto, como su viabilidad
económica. Para determinados sectores políticos y sociales de los países del
norte de Europa, en estos momentos de crisis es mejor "ir solos" que
tirando del "lastre" de los países más pobres del sur. De igual
manera en el sur de Europa, ciertas fuerzas políticas con cada vez mayor calado
social plantean como necesario zafarse de las exigencias de disciplina
monetaria y fiscal que exige el euro, posicionando como una posibilidad el
abandono de la moneda única para recuperar soberanía monetaria y poder
estructurar estrategias de crisis a base de devaluaciones competitivas.
En este contexto, las
reacciones nacionalista y populistas están al orden del día en el "viejo
continente", ganando espacio el "euroescepticismo" frente al
europeísmo hasta hace unos años hegemónico.
En todo caso, más allá de
valoraciones políticas coyunturales, es un hecho que la UE como proyecto
económico enfocado a la estabilidad, crecimiento y competitividad, generando
bienestar y empleo no funciona. También lo es el hecho de que el proyecto
federalista europeo, como lógica de construcción "postnacional" de
gobernanza multinivel y superador del Estado-nación hace aguas cuando los países
más poderosos imponen las políticas a los países más débiles del sur y el este
de Europa. Por otro lado, la crisis actual desnuda el hecho de que más allá del
discurso, la llamada "Europa social" y el rol de la UE como mecanismo
de solidaridad transnacional a través de políticas de cohesión económica,
social y territorial en realidad nunca existió. Las rentas de los países del
sur nunca convergieron con las del norte y sus indicadores sociales tampoco.
Por último, y respecto al papel de la UE en el contexto internacional, cabe
señalar que más que a Europa y a sus ciudadanos, los gobiernos europeos han
apoyado y posicionado a sus empresas transnacionales y élites políticas, y en
este sentido el papel del Estado español en América Latina es emblemático aunque
no exclusivo.
Para la mayor parte de
Estados miembros de la UE la situación económica no es halagüeña. aunque la
crisis comenzó siendo financiera, con el paso del tiempo se ha ido cronificando,
transformándose en una gran recesión, en especial en los países menos
competitivos de la Eurozona. Los Estados miembros del norte europeo han
rescatado a Grecia, Irlando, Protugal y Chipre, así como a la banca española,
lo que permitió a los gobierno "beneficiarios" financiar parte de los
déficits públicos correspondientes a los restos del Estado del Bienestar que
malamente subsisten en sus respectivos países. Tras caídas de la producción
industrial y del empleo de hasta el 15% -se tocó fondo en 2013-, en 2014 se
comenzaron a generar algunos signos económicos alentadores sustentados sobre
las espaldas de las y los trabajadores, lógica que pretende mantenerse en el
transcurso del presente año y que causa malestar social sobre los targets
sociales más desprotegidos en Europa.
Con la crisis se ha
sustituido el discurso de la convergencia entre países miembros, característica
de los primeros 10 años del euro, por divergencias económicas, sociales y
políticas entre los países del centro y del norte de Europa respecto a los
países del sur y el este. Así, los problemas económicos en forma de
desequilibrios estructurales -desempleo, déficit comercial y déficit público.
se han significado de manera agudizada en la zona de la europeriferia.
Evidentemente, es allí donde se han concentrado también los riesgos políticos
para el proyecto europeo, con la conformación de algunas iniciativas políticas
novedosas que plantean aire nuevo a una izquierda que con el paso del tiempo ha
ido quedando caduca y con escasa capacidad de incidencia socio-política.
La crisis ha hecho que los
dos históricos rivales respecto al liderazgo europeo -Alemania y Francia- se
hayan visto obligados a consensuar medidas políticas y económicas en el
contexto externo, mientras a nivel nacional han orientado reformas de carácter
neoliberal que tienen como objetivo restablecer la estabilidad y proyecciones
de crecimiento a futuro a costa de los trabajadores.
Los chantajes y amenazas
tanto de la UE como de las instituciones de Bretton Woods sobre diversos países
europeos durante el año 2014, consiguió esquivar –al menos transitoriamente- el
riesgo independentista escocés y catalán, posponiendo los cambios de poder en
Grecia hasta enero del 2015, momento en el cual ya no se pudo impedir el
triunfo de Syriza en las últimas elecciones presidenciales helenas. Más allá de
prolongar su agonía, en la UE sigue existiendo una mezcla explosiva para el
sistema auspiciado por sus élites políticas, donde se combina el hartazgo de la
gente ante la persistencia de la recesión económica y la deslegitimación de las
formas políticas tradicionales auspiciadas por sus élites en varios países
gravemente golpeados por la crisis.
En este contexto y a pesar
de ello, hay que reconocerle a los países de la UE su capacidad de resiliencia
ante las dificultades económicas, el descrédito de sus élites políticas y la
inestabilidad social existente en algunos de estos Estados. La falta de
alternativas políticas creíbles en muchos de los países afectados ha permitido
a gobiernos altamente cuestionados mantenerse en el poder dentro de un sistema
que se cae a pedazos. Sin embargo, algo comenzó a cambiar en los últimos
tiempos en la parte de Europa bañada por el Mare Nostrum(5).
Grecia: por primera vez la
izquierda en el gobierno
La Coalición de la
Izquierda se funda en Grecia en 1989 fusionando varias organizaciones políticas
de la izquierda helena. El mismo año de su nacimiento sufrió ya una crisis
interna que llevó al Partido Comunista Griego (KKE), de perfil prosoviético
-hoy una de las voces más críticas respecto a Syriza- a abandonar la Coalición.
En 2004, ante un proceso
electoral legislativo, se funda Syriza -Coalición de la Izquierda Radical-, con
base en la vieja Coalición de la Izquierda pero incorporando a nuevos sectores
políticos alternativos. En 2007, con la obtención del 5,04% de los votos y 14
curules en el parlamento griego, esta formación pasa a ser un actor a tener en
cuenta en el tablero político griego. En 2010 sufrirían un desgarro por la
conformación del partido Dimokratikí Aristerá (Izquierda
Democrática), más conocido como Dimar, el cual nace a partir del ala moderada
de Syriza, llevándose a cuatro de sus parlamentarios. En las elecciones
generales de 2012 Syriza alcanzaría ya el 16,8% de los votos y 52 asientos en
el legislativo, superando a la socialdemocracia y referenciándose como la
segunda fuerza más votada tras los conservadores de Nuevo Democracia -quienes
obtuvieron tan solo el 2% más-. Ante la imposibilidad de conformar gobierno por
parte de la derecha, las elecciones tuvieron que repetirse en junio de 2012,
volviendo a quedar Syriza como segunda fuerza electoral con 26,7% a tan solo
2,8% de los conservadores, quienes consiguieron entonces conformar coalición de
gobierno con los socialdemócratas del Pasok y Dimar.
En mayo de 2014, a pesar
de la campaña del miedo orquestada por la Comisión Europea y el FMI -que
conllevó el crecimiento constante de la prima de riesgo y amenazas veladas
sobre el futuro aislamiento del país, Syriza se convertiría en la primera fuerza
política tras las elecciones al Parlamento europeo, condición que se ratificó
en las presidenciales de enero del presente año. El 26 de enero de 2015, Alexis
Tsipras -líder de Synaspimos, grupo político escindido del KKE y
evolucionado hacia la alterglobalización y principal fuerza al interior de
Syriza- fue nombrado Primer Ministro griego.
El éxito de Syriza se basa
en su capacidad de aglutinar votantes muy variopintos como sectores juveniles
de perfil libertario y antisistémico, clases medias afectadas por los recortes
salariales y el aumento de impuestos, sindicalistas, migrantes y pequeños
empresarios radicalizados por las dramáticas medidas fiscales impuestas por el
neoliberalismo europeo.
La coyuntura económica que
atraviesa el país, la valentía de esta formación política y su evolución hacia
posiciones en línea con los movimientos sociales alternativos europeos, la
radicalidad de su discurso y lo anteriormente mencionado respecto a su
capacidad para aglutinar diferentes targets de votantes, ha llevado a la
izquierda al gobierno de gobierno de Grecia en el presente año.
A pesar del paralelismo
que desde la distancia se hace respecto a las dos principales agrupaciones
políricas referenciales de la izquierda sur europea, Syriza tiene muy poco que
ver con Podemos -se parecen tan solo en determinados elementos discursivos-,
aunque sus relaciones en el Parlamento Europea sean de máxima fraternalidad.
El éxito de Syriza se
enmarca en haber todo con el viejo comunismo retrógrado en el que se quedó
anquilosado el KKE. Desde ahí, Synaspismos y Syriza en su conjunto supieron en
la crisis griega de 2008, cuando la policía mató a un estudiante de 15 años,
mantenerse como referente para la mayoría de jóvenes griegos amotinados durante
dos semanas en Atenas. Se conformó una organización de izquierda radical
internamente diversa y democrática, que tuvo la capacidad de recuperar el valor
del marxismo en un país donde la resistencia antifascista fue referencial
durante la Segunda Guerra Mundial y en el período posterior de guerra civil
entre 1946 y 1950. Syriza se convirtió en el partido de referencia para los
inmigrantes, pues fue el único que defendió sus derechos de ciudadanía frente a
la ofensiva neofascista que se articuló en torno a Amanecer Dorado -un partido
fundado en 1980 por un grupo de jóvenes nacionalsocialistas griegos, miembros
militares y simpatizantes de la entonces recién derrocada Dictadura de los
Coroneles-.
Otro de los elementos que
definieron a Syriza como alternativa, fue su posición enfrentada a los
programas de austeridad impuestos por la UE que la socialdemocracia del Pasok
aplicó en el país con la cabeza gacha. Tanto KKE como Syriza se opusieron a
estos, pero a diferencia del viejo recio estilo comunista prosoviético que no
ofrecía alternativas novedosas, la agrupación de Tsipras lo hizo con un
discurso y puesta en escena antiglobalizador y políticamente alternativo. Por
otro lado, a pesar de las invitaciones de la socialdemocracia a formar parte de
los gobiernos de George Papandreu, Syriza no se dejó seducir por el poder,
demostrando que no había "cartas bajo la mesa" ni intereses
coyunturales, lo que dignificó su posición en medio de una descomposición
generalizada de la institucionalidad griega y su partidocracia.
El resultado final de todo
esto ha sido que el carisma de Alexis Tsipras, sumando al temos por el
crecimiento del neofascismo en Grecia, la profundidad de la crisis económica y
la incapacidad de las otras fuerzas políticas de asumir posiciones valientes y soberanas
frente a las imposiciones de la Comisión Europea y del FMI, así como la ruptura
con la ideología rígida y formas de intervención política que responden a otra
época, ha llevado a una nueva izquierda por primera vez a un gobierno en
Europa.
Ahora queda por ver cuales
son los límites políticos de Syriza. ¿Tendrán la capacidad de romper con esa
lógica reproducida históricamente de que fuerzas revolucionarias una vez tomado
el Estado reproducen la dominación?, ¿Tendrán la capacidad de generar un modelo
relacional con la sociedad en general y con los sectores populares en
particular alternativa respecto a las dinámicas clásicas implementadas desde el
poder? Estas respuestas están aún en el aire, aunque a pesar del poco tiempo de
gestión transcurrido de Syriza en el poder, no parecen encontrarse motivos par
aun especial entusiasmo en ese sentido.
Podemos: la alternativa
española
Meses antes del estallido
social que se ha venido en llamar fenómeno del 15-M, ya habían aparecido
movimientos como Juventud sin Futuro o No les Votes, y con algo más de
antigüedad existían la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y Anonymus
en el Estado español. Todos estos grupos y otros tantos más fueron parte de las
200 asociaciones de todo tipo que participaron en la manifestación del 15 de
mayo del 2011.
En un país quebrado por al
corrupción de sus políticos, dicha corrupción salpicaba a unos y a otros sin
discriminar filiación política en medio de una crisis agobiante, las demandas
sociales principales giraban en torno a la exigencia de un cambio radical en la
política española -los manifestantes no se consideraban representados ni por el
Partido Popular (PP) ni por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE)- y en
reclamo de medidas coherentes contra el desempleo, la corrupción y en rechazo
de los recortes sociales. En definitiva se reclamaba contra un sistema injusto
que considera a las personas mercancías.
Esta movilización
realizada en 15 de mayo de 2011 en Madrid y otras 50 ciudades más del país,
todas bajo el lema "Democracia Real Ya! No somos mercancía en manos de
políticos y banqueros", es el punto de arranque de lo que se ha llamado
Movimiento 15M o Indignados. Terminada la movilización en Madrid, un grupo de
personas decidió individualmente acampar en la Puerta del Sol -principal plaza
urbana de la capital-. Aunque fueron desalojados por la Policía Nacional
durante la noche, aquello encendió la llama de la indignación popular y en
pocos días las acampadas se extendieron por decenas de ciudades de toda la geografía
española.
Las movilizaciones de los
Indignados tuvieron su momento de máxima expresión durante los siguientes
meses, pero con el paso del tiempo su intensidad fue poco a poco declinando.
Sería entonces cuando nace
Podemos, una organización política fundada en enero del 2014, quien a través de
su puesta en escena electoral apenas cuatro meses después durante las
elecciones al parlamento europeo del 25 de mayo, alcanzaría contra pronóstico
cinco escaños (7,98% de los votos).
Este resultado europeo se
da en medio de una pérdida acelerada de credibilidad de las élites políticas y
principales instituciones públicas del país. La corrupción existente y el
impacto de la crisis se mantendrían como factores determinantes que incidieron
en el resultado electoral de Podemos, que capitalizaría así el descontento
social hasta entonces no capitalizado partidariamente por nadie. Hasta entonces
el electorado español carecía de opciones políticas por donde canalizar sus
demandas, Podemos se convertiría así en una herramienta útil para la
transformación social en el país. A su vez, las elecciones europeas de mayo
significaron el descalabro -en número de votantes- de los dos partidos
políticos que tras las transición "democrática" se habían alterado en
el Palacio presidencia de La Moncloa: el Partido Popular y el PSOE.
Desde entonces, Podemos se
articula como una propuesta de unidad ciudadana que encuentra su razón de ser
en el descontento social generalizado en la sociedad española respecto a sus
políticos, a los que se les ha venido a definir como "casta"
oligárquica.
La virtud política de
Podemos ha sido combinar bajo la lectura del teórico de referencia de sus
líderes, Ernesto Laclau, tres aspectos fundamentales: el primero, basado en una
lectura particular del 15M superadora del conflicto izquierda vs derecha, por
la cual se definió una ampliación de la frontera política hacia un pueblo que
no se siente representado por sus élites; la segunda, el desarrollo de una
estrategia técnico-comunicativa que posicionó desde antes del nacimiento de
Podemos a su líder en un marco de elevada visibilidad mediática,
desarrollándose en paralelo todo un ejercicio enfocado al análisis y traducción
de discursos complejos en narrativas y marcos discursivos directos y sencillos
que impactasen en los oyentes de los programas de televisión a donde Pablo
Iglesias asistía de manera frecuente; el tercero, el desarrollo de un estudio
prolongado y un aprendizaje sobre el terreno de los procesos latinoamericanos
recientes, que conformaron nuevas mayorías políticas y el acceso de gobiernos
neopopulistas al poder con sus correspondientes guerras e posiciones al
interior de sus respectivos Estados.
En resumen, se conectó a
una parte amplia del descontento popular con una articulación discursiva exitosa,
desafiando dos importantes criterios clásicos de la izquierda: Podemos
capitaliza el 15M pero reduce el espacio de conflicto al ámbito del asalto a
las instituciones públicas, dejando de lado cualquier esfuerzo por re-impulsar
las movilizaciones de masas en el país; y, Podemos desarrolla su iniciativa
política desde la élite académica, es decir, desde arriba sin contar con los de
abajo, rompiendo con el criterio clásico de que "no hay atajos"
-mediatizado por el trabajo de base- para la conformación de opciones políticas
de cambio.
Cabe señalar al respecto
que la ruptura del discurso conflicto izquierda-derecha permitió a Podemos
proponer dicotomías alternativas ante la sociedad española como
"democracia/oligarquía", "ciudadanía/casta" o
"nuevo/viejo". Esta nueva dialéctica política, cargada con las mismas
trampas que el discurso anterior, ha propiciado una nueva frontera que aspira a
aislar a las élites y a generar una nueva identificación de Podemos y la parte
de la sociedad que les avala frente a ellas.
La propuesta de Podemos es
no ubicarse en el margen izquierdo del tablero de ajedrez sino reordenarlo, tal
y como indica el propio Errejón, replanteándose desde una lógica en donde las
rupturas acostumbran a hacerse desde "una producción distinta de sentido,
siempre herética y a contrapelo de los manuales y las certezas"(6).
Siendo indiscutible que
Podemos se erigió como un referente de estrategia política innovadora y
diferenciada en el Estado español, también es cierto que el abandono de coherencias
ideológicas desde la izquierda y su apuesta enfocada exclusivamente al asalta
al poder, ha hecho que esta organización política haya moderado su discurso de
una forma sorprendentemente rápida. Todo ello bajo una lectura por la cual se
interpreta que la radicalidad en posicionamientos políticos no viene acompañada
por el voto masivo de la ciudadanía. La estrategia por encima de la coherencia
y la ética política.
Esta realidad ha
desembocado en que en estos momentos, al interior de la organización, se viva
una tensión entre dos polos enfrentados que alguno de sus dirigentes ha venido
sesgadamente a definir como la existencia de "un Podemos para ganar y el
Podemos para protestar". La primera de ellas es la versión soft de
Podemos -la europeísta, la que no pide cambiar la Constitución sino que ésta se
cumpla, y que invita a los empresarios al voto-, encabezada por miembros
emblemáticos de la dirección de Podemos -Pablo Iglesias, Iñigo Errejón y
Carolina Bescansa-; la otra, la de los perdedores históricos según entienden
los anteriores, engloba a los sectores populares organizados, a los
agrupamientos de militantes de izquierda revolucionaria y a los cuadros de los
movimientos sociales que han apostado por esta opción política.
Así las cosas, Podemos se
enfrenta a las inmediatas elecciones municipales y autonómicas del próximo 24
de mayo, pero con los ojos puestos en las presidenciales del 20 de diciembre
del presente año, donde pretende romper con la lógica política bipartidista
existente en el país desde primeros de los años ochenta.
[1] Grosfoguel,
Ramón (2012). El concepto de “racismo” en Michel Foulcault y Frantz
Fanon: ¿Teorizar desde la zona del ser o desde la zona del no-ser?. Tabula
Rasa – Revista de Humanidades. Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca.
Bogotá.
[2] Zibechi,
Raúl (2015). Descolonizar el pensamiento crítico y las prácticas
emancipatorias. Ediciones Desde Abajo. Bogotá.
[4] Sanahuja,
José Antonio (2013). Las cuatro crisis de la Unión Europea.
En: Cambio de ciclo: crisis, resistencias y respuestas globales. Anuario
2012-2013. CEIPAZ. Madrid.
[6] Errejón, Iñigo.
¿Qué es Podemos?. En Le Monde Diplomatique Número 225. Julio 2014