“No existe
evidencia de que se haya violado derecho constitucional alguno, por lo tanto, se
desecha la demanda”; el recurrente, que siempre se trata de una persona que ha
sido víctima de abuso de poder, se queda sin tutela judicial y, muchas veces,
en la indefensión. Así culminan las acciones de protección constitucional
puestas en manos de los jueces que apartándose del rigor de la imparcialidad y
la independencia judicial, ponen, ante todo y en primer lugar, su interés personal
por mantenerse en el cargo aún a costa de principios jurídicos, éticos, cívicos
y morales. Claro, si el juez falla en contra de la Administración Central, será
sometido a escarnio y juzgado administrativamente por error inexcusable, cuyo
corolario es la suspensión en el ejercicio de la judicatura o simplemente, la
destitución. Así está dispuesto desde la Secretaría Jurídica de la Presidencia
y desde el Ministerio de Justicia. Para la afirmación de esta payasada judicial
se presta la Procuraduría General del Estado entidad encargada de representar
al Estado en el contencioso jurídico.
Los abogados en
ejercicio profesional, lo saben, lo sienten durante el patrocinio de la defensa,
conocen que sus argumentos se chocan contra una infranqueable muralla: “se
desecha la demanda, la motivación se notificará al casillero judicial”,
expresión sacramental de los jueces al culminar la audiencia oral correspondiente
a la sustanciación de la acción constitucional. Poca es la diferencia en el
ámbito de lo contencioso administrativo; pero, si el caso se define a favor del
administrado o justiciable, ya Correa se adelantó a reformar la ley para
impedir que las cuentas del Estado puedan ser embargadas, de tal forma que
quien ganó en sentencia una reclamación no tiene forma de ejecutar materialmente
la sentencia dictada en su favor.
Una “gran
casualidad” es el hecho de que en las evaluaciones a los jueces de la Corte
Nacional, justamente, aquellos jueces que fallaron a favor de la dirigente
gremial de la Unión Nacional de Educadores, UNE, hayan obtenido las “más bajas
calificaciones” y sean obligados a dejar la magistratura, cuando la Constitución
establece que la renovación se efectuará mediante sorteo. La venganza correísta
se ejecutó por parte del Consejo de la Judicatura mediante las evaluaciones “científicas
y técnicas”.
El Colegio de
Abogados de Pichincha ha levantado su voz enérgica contra la parodia de
juzgamientos, alertando y denunciando el sometimiento de la Función Judicial al
Poder Central y el descalabro de la administración de justicia; los afectados
se ven obligados a acudir ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos
puesto que en Ecuador se ha impuesto el temor reverencial entre los jueces
encargados de administrar justicia. Muchos de los abogados colegiados, han sido
objeto de sanciones de suspensión temporal en el ejercicio profesional por
parte el Consejo de la Judicatura. Implantación del terror, la persecución,
instauración del miedo. Un juez de la provincia del Azuay renunció espetando al
Consejo de la Judicatura su grosera intromisión en asuntos jurisdiccionales.
Esta es la
realidad objetiva. De la manera más desvergonzada el Poder Central manosea la Función Judicial, dispone de la Fiscalía
General del Estado como su instrumento de represión y, de los jueces, como sus
eficientes verdugos.
¿Podemos dejar
pasar por alto el caso del profesor de nacionalidad shuar Bosco Wisuma o el
caso del dirigente indígena José Tendetza,
el caso de los estudiantes del Colegio Central Técnico o el caso de los
estudiantes del colegio Montúfar o el caso de los estudiantes del colegio Mejía
o el caso del Presidente de la Asociación de profesores el colegio Mejía o el
caso de los 10 de Luluncoto o el caso de los tres de Cotopaxi o el caso del
joven indígena antiminero Fredy Taish?
¡Y los
juzgamientos en contra de los Policías acusados de magnicidio, de terrorismo, de
secuestro al Presidente, todos, sancionados con pruebas endebles!
Esta es la justicia
secuestrada, y continuará en ese estado, secuestrada y violada, mientras no
levantemos nuestra voz organizada, mientras permitamos la inocentada de las enmiendas
constitucionales, mientras dejemos de actuar bajo el cálculo ingenuo de que “a
mí todavía no me han tocado, ah, pero van a ver cuando me toquen”.
Es imperioso que
cerremos filas, ahora, junto al Colegio de Abogados de Pichincha, junto a las
Centrales Sindicales clasistas, junto al Frente Popular y la CONAIE, para construir el Frente único del Pueblo
que, recogiendo las mejores tradiciones de organización y lucha, enfrente al
Gobierno de Correa constituido en caudillo populista de la burguesía y, hagamos
del movimiento popular, una alternativa real de poder político.
No hay comentarios:
Publicar un comentario