Karlos Sánchez
Las noches
cuando termina el día de labores es reconfortante escuchar música y que mejor
la que nos acompaña desde siempre, las canciones sociales, como “que vivan los
estudiantes” de Mercedes Sosa la que compartimos cuando estudiantes en el
colegio y en la universidad en el compromiso por una educación fiscal laica y
gratuita que hoy esta pisoteada por los meritocráticos que estudiaron en el
extranjero y desde el escritorio se inventan el agua tibia para disque cambiar
la educación superior dejando sin la oportunidad de estudiar a miles de jóvenes
del pueblo.
Como no
acordarnos de Víctor Jara, y a Desalambrar o Plegarias al Labrador, Quilapallun
y la Muralla, Atahualpa Yupanqui y los
ejes de mi carreta y otros que cantaron a la vida y la cotidianidad de los
trabajadores y los pueblos; como no acordarnos de las huelgas nacionales de los
trabajadores y escuchar a la Huelga cantada por el grupo Noviembre 15 o el
canto de la Unidad Popular y quien no canto el Pueblo Unido Jamás será Vencido
de los Inti Alimaña y muchas más que las escuchamos por primera vez al calor de
las luchas sociales con los estudiantes en las aulas por el derecho al libre
ingreso, con los trabajadores en las fabricas por los derechos laborales y con
los pueblos en las calles y plazas al calor de la lucha por nuestros derechos
en el camino de la construcción de la Patria Nueva.
Que respetamos
los derechos de los demás, innegables; pero que indignación cuando escuchamos
cantar a los gobernantes de turno las canciones sociales y al mismo tiempo
encarcelan a jóvenes luchadores sociales por el único delito de pensar
diferente y gritar a lo alto que no están de acuerdo con la violación
permanente de los derechos humanos.
Como no sentirme
furioso cuando los que cantan las canciones sociales en las tarimas al mismo
tiempo emite leyes que criminalizan la protesta social y encarcelan a los
luchadores populares, como en el caso de Marcelo Rivera y los 10 jóvenes del
Luluncoto; cómo no sentir rabioso con iras cuando nuestras canciones sociales
quieren ser reivindicadas por los “revolucionarios ciudadanos”, de cafetín, que
lo más cerca que estuvieron en una lucha social fue cuando vieron las noticias
en sus acomodadas viviendas en universidades extranjeras en Lovaina Bélgica o
en Estados Unidos.
Que iras y que
pena saber que el festival de “todas las voces todas”, sirva para satisfacer
los deseos escondidos de gobernantes y autoridades que nunca supieron que es
poder cantar una canción protestas en las huelgas solidarias o en las
movilizaciones multitudinarias de los trabajadores y los pueblos que seguimos
luchando por el cambio en nuestra patria.
Pero estos
sentimientos encontrados siempre pasan porque una cosa es cierta las
revoluciones son obra de los trabajadores y los pueblos y no de un puñado de
revolucionarios ciudadanos que con fraseología de izquierda pretenden seguir
gobernándonos; el futuro está en nuestras manos, la unidad de los trabajadores
y los pueblos es nuestro presente, construir un mundo nuevo es la tarea;
cantemos “el Pueblo Unido Jamás será vencido”, “Venceremos” “o puedo morir como
naci saberlo puro sencillo y optimista” y continuar en la tarea del cambio;
nuestra meta no está lejos la construcción de la Patria Nueva; caso contrario
”quisiera que a mí me entierren en una vasija de barro envuelto en bandera roja
y con el fusil al lado”.
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